Vol. 1. N°25 (I Semestre 2017) –Reseñas

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Playa Ancha

Valparaíso, Chile | e-ISSN 0718-4018 http://www.revistafaro.cl                                                             

 

Vilem Flusser y la cultura de la imagen. Textos escogidos.

Sebastián Escobar Pulgar
Universidad de Playa Ancha
seba.escobarqt@gmail.com

 

La complejidad de la traducción de las ideas que están descritas en un idioma, y que requieren ser inteligibles para otro, ha sido uno de los esfuerzos constantes mediante los que una cultura comprende a otra, reflejándose en el acto, a sí misma. Tras esta noble tarea, llevada a cabo por Breno Onetto Muñoz, es que se presenta Vilem Flusser y la cultura de la imagen. Textos escogidos, recopilación que entrega una visión panorámica de la obra del pensador checo-brasileño, de su aporte teórico para el análisis de la actual cultura de las imágenes, las mediaciones tecnológicas y su modulación de las formas de significar el mundo del hombre contemporáneo.

En el estudio introductorio, Breno Onetto Muñoz, expone aspectos claves del pensamiento de Vilem Flusser, advirtiendo su vigencia, y cómo se aplica en aspectos claves de la vida moderna, asediada por la automatización del mundo, en donde el hombre, divaga constantemente en la significación de conceptos que “teorizan” la realidad, más que en escenas objetivas propias de esta última. Asimismo, Onetto Muñoz introduce los cuatro capítulos que contienen la obra aquí presentada (1.- Lengua y realidad, 2.- El fin de la modernidad, 3.- Códigos de la comunicación y, 4.- La imaginación técnica), comentando de manera acotada y minuciosa las reflexiones de Flusser respecto a los peligros y las bondades del vuelco inminente de las imágenes “prehistóricas”  hacia las imágenes “poshistóricas”, en una sociedad, absorbida por la técnica y la programación, que median conjuntamente, una nueva capacidad imaginativa, una nueva conciencia histórica y una forma de pensamiento emplazada en el “diseño” y la “estética”. El libro además, recoge las reflexiones de Flusser, en torno a uno de sus principales conceptos: la imagen-técnica, o imagen-sintética, elemento de carácter fundamental en todo el entramado teórico que acompaña el trabajo intelectual del pensador checo-brasileño.

El concepto de imagen-técnica supone para Flusser, una imagen que puede ser trasladada de un soporte a otro, mirada de un modo efímero y generada por dispositivos ya programados. En este sentido, la imagen que predomina en la actualidad, es una imagen que denota un profundo desprecio a su soporte material, en donde, la fluidez con la que cambian las “superficies con significado” (así se refiere Flusser a la imagen moderna), las coloca en una relación dialéctica frente sus antecesoras: las pinturas rupestres, los oleos en telas y los mosaicos en las formas arquitectónicas. De esta manera, el “soporte digital” que contiene a la imagen, la vuelve carente como objeto en sí misma, tratándola meramente como pura información, una especie de mapa ordenador del mundo de las escenas que significa , o como afirma Flusser: “como un sistema de símbolos bidimensionales capaz de significar escenas”. A partir de esto, Flusser argumenta que al desistir de la realidad material, el hombre de la sociedad contemporánea re-significa valores (estéticos, éticos y epistémicos) y la “realidad”, en tanto “ser” y “deber-ser” en torno a las imágenes, en donde, el soporte material toma un valor de “significante” y el mundo de las escenas el “significado”, dando paso, así, a una verdad última, la cual está mediada por las imágenes.

Esta re-significación de la imagen como técnica, y el plausible habitar del hombre contemporáneo en los valores adscritos a esta, suponen un elemento esencial en el planteamiento filosófico de Flusser. Según el autor, dada la importancia de las estructuras de soporte de la información (materializados en la sociedad contemporánea por el universo de videos, tv, fotografías y computadoras), el hombre ha dejado ya de experimentar, conocer y valorar el mundo como texto unidimensional, procesual e histórico, para experimentarlo ahora de forma bidimensional, como superficie, contexto y escena. En este sentido, Flusser define que este “recorrido de las imágenes” tiene un fin desconocido en el momento del pensar actual, que define como “crisis actual de la cultura” en el cual el hombre está preso de la fascinación inmediata de las imágenes, sucedidas, en su carácter ontológico, por la tecnología digital.

Acusada esta profunda transformación de la imagen, que deriva del aparato ya programado, es que Flusser incursiona en las formas de pensamiento que han llegado a incidir en lo que llama la actual “crisis de los valores”. En este sentido, la “realidad”, ha tomado para el hombre un giro profundamente circular y una relativización tal, que admite múltiples comprensiones de esta misma, problematizando la captación de esta, tras la aparición constante de “modelos” que intentan significarla. Tras este pensamiento se esconde una ruptura esencial, la cual contempla el pensamiento de Flusser: la linealidad del curso de la “historia de la humanidad” ha dado un vuelco epistemológico hacia lo circular, lo sucesivo y lo estético (la morphé en palabras del autor); aquella historia que solo puede ser narrada desde lo ínfimo, una short storie o un artilugio de un anticuario,donde no hay cabida a grandes relatos, y donde su única forma de producción y consumo se haya en lo que Déotte, en la época de los aparatos, advierte como el “agotamiento”, en donde la producción –artística en este caso-, remite a lo espontáneo, como única relación del arte –como forma de significar una realidad específica mediante la imagen- con el aparato. De acuerdo a esto, es que Flusser, critica el concepto de “sociedad de consumo” –en un sentido Baumaniano, consumo remite a lo hiper (cantidad), a aquella condición casi inherente en la vida social del hombre posmoderno-, desde un prisma cultural, en donde postula más bien una impotencia general del hombre a consumir; aquella naturaleza creativa que insta a agotar lo producido para poder consumir otros códigos y valores esenciales que rondan en torno al sistema cultural. Condenado a devorar la basura -aquellos desechos ya consumidos-, una sociedad de telespectadores, estará más interesada en consumir el pasado no digerido, que de producir el futuro próximo.

En sus ensayos, Flusser describe a la realidad como un “torbellino”, en donde supone lo vertiginoso que es la comprensión de ésta, con la ruptura de la linealidad de la historia. De acuerdo a esto, Flusser plantea dos cambios transitorios y suaves en el pensamiento actual –recogiendo el pensamiento de Wittgenstein-; el giro hacía una conciencia poshistórica, y otro hacía el pensamiento formal, devenido por una característica sustancial: los hechos que dan explicación al mundo como tal, no son estos mismos como sucesos, sino como cosas que adquieren formas, las cuales advierten y dilucidan al mundo tal cual como lo conocemos. Así, Flusser asume un vuelco elemental en la comprensión de la realidad/historia/mundo hacía las formas, cuyas explicaciones radican en diseños y estéticas que dan vida a la materia, una especie de virtualidad que da luz a una realidad de “apariencias”, o simulada, en términos de Baudrillard, la cual se constituye como carente de todo referente real/objetivo, en donde la finalidad última es sostener a fortiori la ilusión de lo “real”.

Diseño, giro y forma, de una sociedad que computada ya por el programa, en donde el funcionario ya no es más sino un “programador”, supone el agotamiento sustancial de aquellos valores que imperaban en el mundo moderno. Los ensayos de Flusser describen entonces, como el paso de las primeras imágenes a la escritura lineal, como forma de codificación de la realidad bidimensional, procesual e histórica, se han visto mermadas por la disrupción de nuevas capacidades imaginativas, nuevos códigos y finalidades de la comunicación en el hombre contemporáneo. Ahora, un mundo significado en torno al soporte, viene dando de antemano los conceptos por los cuales significamos nuestro entorno, comprendiendo la aceptación del mundo como un slogan, como un variopinto de categorías posibles las cuales se remiten a la función del aparato.

En este sentido, Flusser, toma como referencia tres conceptos fundamentales para entender cómo influye el vuelco a las imágenes-técnicas: códigos, comunicación e imaginación. Los códigos, como fenómenos, implican una forma de significar el mundo y hacerlo inteligible para aquellos que son capaces de captarlos; así ocurre desde las primeras imágenes rupestres, la invención de la escritura y la codificación lineal, hasta los modernos códigos técnicos, los cuales para Flusser, suponen una “escenificación” de la vida, y las formas de habitar la realidad, en donde, las formas de programación modernas; radio, tv, video y computadoras son las protagonistas. Luego, el concepto de la comunicación, como elemento que libera del “abismo de la soledad” al hombre, y lo constituye en un animal político, se expresa en dos formas de teorización, como “explicativa” e “interpretativa”. Asimismo, Flusser supone que ambas formas de comunicación encuentran un lugar en la sociedad actual, pues se han desarrollado a lo largo del tiempo; primero, la comunicación como facultad comunicativa “informativa” da paso a la teoría informática, que contempla la comunicación como fenómeno “natural”, y segundo, como elemento antinatural e interpretativo, es decir, la comunicación como un artificio constante, que debe ser comprendido desde una mirada intersubjetiva.

Por último, Flusser señala que la facultad imaginativa, con la cual el hombre realiza el esfuerzo de la “máxima abstracción” en torno a las posibilidades de representación, se ve mermada, al igual que el conjunto de códigos que significan el mundo, por la constitución de una nueva imaginación. Reemplazo de una facultad imaginativa elaborada desde la dimensión histórica-lineal, por un nuevo tipo de imaginación que, a causa de la técnica, constata un nivel de dimensionalidad nula, lo que Flusser llama una forma “nulo-dimensional”, en la cual nuestras posibilidades de imaginación, están ya programadas, por lo que ese distanciamiento que implica la representación (del objeto a la subjetividad) se ha tornado hacia la nada. Esto, supone la importancia de los vuelcos (como se insiste constantemente en el conjunto de ensayos reunidos aquí), en torno al pensamiento, la conciencia histórica, y la relativización de la realidad. Un giro de carácter técnico, el cual Flusser augura, aún no tiene una forma completamente inteligible para el hombre que significa el mundo desde la tecnología, el dispositivo y la programación.

Desde el ejercicio de la traducción, aquella que solamente era posible “liberándose de la prisión” como proponía Flusser, es que se aborda esta propuesta, la cual se encamina en la minuciosa tarea de exponer la importancia y la vigencia del pensamiento de un autor que, si bien no alcanzó a vivir en carne propia aquello que “profetizó”, requeriría una atención más que urgente por parte de aquellos que intentamos comprender la compleja relación que establece el sujeto con el aparato. Breno Onetto nos muestra algo más allá con este trabajo; Flusser nos augura una sospecha enorme: ante la pregunta de ¿la imagen del cachorro morderá en el futuro?, podemos decir que sí, lo hará, “modelará la acción y la experiencia más íntima del hombre”.