Vol. 1. N°25 (I Semestre 2017) –Faro Fractal
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Playa Ancha
Valparaíso,
Chile | e-ISSN 0718-4018 http://www.revistafaro.cl
George Caffentzis
Silvia Federici
Recibido: 9 de junio de 2017
Aceptado: 26 de julio de 2017
g Resumen • En el presente este escrito del año 2007, Caffentzis y Federici ponen en discusión dos conceptos centrales en el estudio del trabajo inmaterial/intelectual: La Universidad en tanto "Fábrica Educativa" y el Capitalismo Cognitivo, con el fin de desarrollar la importancia de nuevos tipos de organización y su rol estratégico para las luchas en contra de nuevos y potentes instrumentos de alienación y dominio que inaugura esta nueva fase del capitalismo. Así mismo, sobre esta descripción se busca reflexionar sobre las formas de trabajo menos modernas y más precarias, y su compatibilidad, pero no identidad, con el trabajo inmaterial. En efecto, el texto introducirá la importancia de la diferencia de los lugares que asumen los trabajadores en la división del trabajo internacional, para finalmente cerrar con la diferencia específica que existe entre el trabajo doméstico y el trabajo inmaterial, a pesar de su fuerte componente cognitivo.
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Palabras
clave • Fábrica Educativa - Capitalismo Cognitivo - Trabajo Inmaterial - Trabajo Doméstico
g Abstract • In this paper, first published on 2007, Caffentzis and Federici discuss two central concepts in the study of immaterial / intellectual work: The University as "Educational Factory" and Cognitive Capitalism, to develop the importance of new kinds of organization and its strategic role for the struggles against new and powerful alienation and domination’sinstruments that inaugurates this new phase of capitalism. Likewise, this description seeks to reflect on the less modern and more precarious forms that work assumes, and their compatibility, but not identity, with immaterial labor. Indeed, the text will introduce the importance of the different places that workers assume in the division of the international work, to finally close with the specific difference that exists between the housework and the immaterial work, despite its strong cognitive component.
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Key Words• Edu-Factory - Cognitive Capitalism - Inmaterial Work -Domestic Work
En el marco de la discusión sobre la “Fábrica Educativa” queremos compartir algunas reflexiones sobre dos conceptos que han sido centrales para el debate: la fábrica educativa y el capitalismocognitivo. Estamos de acuerdo conla consigna de la discusión sobre la Fábrica Educativa: “Tal como era la fábrica, así hoy es la universidad”. Alguna vez la fábrica fue un lugar paradigmático en donde se daba la lucha entre capitalistas y trabajadores, hoy la universidad es un espacio clave de este conflicto, donde están en juego la propiedad del conocimiento, la reproducción de la fuerza de trabajo y la estratificación social y cultural. Es decir, la universidad no es sólo otra institución sujeta a control soberano y gubernamental, sino un espacio crucial en el cual luchas sociales más amplias son ganadas y perdidas.
El apoyo de CAFA a las luchas que dan las universidades africanas sigue esta misma lógica y análisis. Las universidades son lugares importantes de la lucha de clases, y no sólo en Europa y Norte América. Insistimos en este punto contra los críticos de la universidad poscolonial, quienes han menospreciado cualquier esfuerzo de defender sistemas educacionales que veían moldeados por una educación colonial. Discutimos que las luchas de la universidad africana expresan un rechazo a dejar que el capital internacional:
En términos más generales, en el mismo sentido nos opondríamos al cierre de fábricas donde trabajadores han luchado por el control y los salarios -especialmente si estos trabajadores toman la determinación a luchar contra el cierre- por lo que estamos de acuerdo en que debiésemos resistir el desmantelamiento de la educación pública, aun cuando las escuelas sean también instrumentos de alienación y dominio de la clase dominante. Esta es una contradicción que no podemos hacer desaparecer y está presente en todas nuestras luchas. Aunque estemos luchando por temas relativos a la educación, la salud, la vivienda, etc. Es ilusorio pensar que podemos ubicarnos fuera de relaciones de capital cuando queramos y desde ahí conformar una nueva sociedad. Como los movimientos estudiantiles a lo largo del planeta han mostrado, las universidades no son solo criaderos para los líderes de una elite neoliberal, también son terreno de debate, disputa de políticas institucionales, reapropiación de recursos.
Es a través de estos debates, luchas y reapropiaciones, y la conexión de estas luchas en los campus con el resto de las otras luchas en la “fábrica social”, que podemos crear formas alternativas de prácticas educacionales. En Italia, por ejemplo, con el contrato de 1974, los trabajadores metalúrgicos fueron capaces de ganar 150 horas de estudio pagado por año, donde juntos con profesores, principalmente del movimiento estudiantil, organizaron currículos que analizaban la organización capitalista del trabajo, también en sus propios lugares de trabajo. En los Estados Unidos, desde la década de los sesenta, los campus han estado dentro de los centros del movimiento contra la guerra, produciendo la riqueza del análisis del complejo industria-militar(la industria militar) y del rol de las universidades en su expansión y funcionamiento. En África, los campus universitarios fueron centros de resistencia a los ajustes estructurales y de análisis de sus implicancias. Ciertamente, esta es una de las razones por las que el Banco Mundial estuvo tan ansioso de desmantelarlos.
La lucha en la Fábrica Educativa es especialmente importante debido al rol estratégico del saber en el sistema de producción, en un contexto en que la clausura del conocimiento (es decir, su privatización, mercantilización, expropiación a través del régimen de propiedad intelectual) es un pilar económico reestructurante.
Aun así, nos preocupa no sobrestimar su importancia y/ousar el concepto de Fábrica Educativa para configurar nuevas jerarquías con respecto al trabajo y formas de acumulación capitalista.
Esta preocupación surge de nuestra lectura del uso que se ha hecho del concepto de “Capitalismo Cognitivo” en el trabajo de algunos autonomistas italianos. Es cierto, necesitamos identificar las avanzadas de la acumulación capitalista en todas sus distintas fases, y reconocer su “tendencia” a hegemonizar (aunque para no hegemonizar) otras formas de producción capitalista. Pero no debemos desatender a las críticas de la teoría marxiana desarrollada por el movimiento anticolonial y el movimiento feminista, los cuales han mostrado que la acumulación capitalista ha precisamente prosperado a través de su capacidad de organizar simultáneamente el desarrollo y subdesarrollo. Trabajo asalariado y no asalariado, producción en los niveles más altos del saber tecnológico y producción en los niveles más bajos. En otras palabras, no debiésemos desestimar al argumento que está justamente a través de estas disparidades, las divisiones construidas en la clase trabajadora, y la capacidad de transferir riqueza y excedentes de un polo al otro, que la acumulación capitalista ha expandido ante tanta lucha.
Hay muchos problemas involucrados que solamente podemos tocar superficialmente en estas notas. Queremos, sobre todo, concentrarnos aquí en las implicancias políticas del uso de la noción de “Capitalismo Cognitivo”. Sin embargo, aquí hay algunos puntos para la discusión.
Primero, la historia del capitalismo debiese demostrar que la subsunción capitalista de todas las formas de producción no requiere extensión del nivel de ciencia y tecnología logrado en algún punto particular del desarrollo capitalista para todos los trabajadores que contribuyen al proceso de acumulación. Ahora es reconocido, por ejemplo, que el sistema de plantación estaba organizado a lo largo de líneas productivas de capital; de hecho, era un modelo para la fábrica. Sin embargo, los esclavos recolectores en plantaciones de algodón en el sur de Estados Unidos en 1850 no trabajaban al nivel técnico disponible para los trabajadores en los molinos textiles del norte en la misma época, aun así, sus productos estaban en la misma línea de producción para esos molinos.
¿Significa que los esclavos del sur eran trabajadores industriales, o, viceversa, los trabajadores asalariados eran trabajadores de plantaciones? De la misma manera, hasta al día de hoy, el capitalismo no ha mercantilizado el trabajo doméstico, a pesar del hecho que el trabajo doméstico no remunerado de las mujeres ha sido una fuente clave de acumulación de capital. ¿Por qué, en la era del “Capitalismo Cognitivo”, presenciamos una expansión del trabajo en condiciones de esclavitud al nivel más bajo del saber técnico como trabajo infantil, mano de obra en fábricas, trabajo en las nuevas plantaciones agrícolas y campos mineros en América Latina, África, etc.? ¿Podemos decir que los trabajadores en estas condiciones son “trabajadores cognitivos? ¿Son sus luchas irrelevantes para, y/o fuera, del circuito de acumulación capitalista? ¿Por qué el trabajo asalariado, alguna vez considerado la forma definitoria del trabajo capitalista, no ha sido todavía extendido a la mayoría de los trabajadores dentro de una sociedad capitalista?
Este ejemplo y estas preguntas sugieren que el trabajo puede ser organizado por la acumulación de capital y a lo largo de líneas de producción sin tener a los obreros trabajando al nivel promedio del conocimiento científico/técnico aplicado en el punto más alto de la producción capitalista. Así mismo, sugiere que la lógica del capitalismo sólo puede ser comprendida viendo la totalidad de sus relaciones, y no sólo en sus puntos más altos de logros científicos/tecnológicos. El capitalismo ha sistematizado y producido disparidades a través de la división internacional, sexual y racial del trabajo y a través de este subdesarrollo de sectores particulares de su producción, y estas disparidades no han sido eliminadas, sino que profundizadas por la creciente integración de la ciencia y la tecnología al proceso de producción. Por ejemplo, en la era del trabajo cognitivo, la mayoría de los Africanos no tiene acceso a internet o incluso a teléfonos; y aunque la minúscula minoría que los tiene, tiene acceso a ellos sólo por períodos limitados de tiempo, debido a la disponibilidad intermitente de electricidad.
De la misma manera, el analfabetismo, especialmente entre mujeres, ha crecido exponencialmente en la década de los setenta hasta el día de hoy. En otras palabras, un salto para muchas trabajadoras, ha sido acompañado por un salto hacia atrás por muchos otros, quienes hoy están siendo cada vez más excluidos del “discurso global”, y ciertamente no se encuentran en la posición de participar en las redes globales de cooperación sostenidas por internet.
Segundo, y más importantes, son las implicancias políticas del uso del “Capitalismo Cognitivo” y del “Trabajo Cognitivo” que eclipsa la continua importancia de otras formas de trabajo como contribuyentes al proceso de acumulación.
Existe el peligro de que al privilegiar algún tipo de capital (y, por lo tanto, a algún tipo de trabajador) como si fuese el más productivo, avanzado, ejemplar en el paradigma contemporáneo, etc. estuviésemos creando una nueva jerarquía en la lucha, y comprometiéndonos con nuevas formas de activismo que excluyen la posibilidad de una recomposición de la clase trabajadora. Otro daño es que fallemos al anticipar los movimientos estratégicos mediante los cuales el capitalismo puede restructurar sus procesos de acumulación tomando ventaja de las desigualdades dentro de la fuerza de trabajo global. En este caso es ejemplar la forma en que se logró la última campaña de globalización.
Pensando en el peligro de confirmar en nuestro activismo las jerarquías de trabajo creadas por la extensión de las relaciones capitalistas, hay mucho de lo que podemos aprender del pasado. Como la historia de la lucha de clases nos muestra, privilegiar un sector de la clase trabajadora sobre otra es el camino más seguro a la derrota. Sin duda alguna, ciertos tipos de trabajadores han jugado un rol crucial en ciertas fases históricas del desarrollo capitalista. Pero la clase trabajadora ha pagado un precio bastante alto por establecer jerarquías en sujetos revolucionarios, los cuales son moldeados en las jerarquías de la organización capitalista del trabajo.
Los activistas marxistas/socialistas en Europa perdieron visión del poder revolucionario del “campesinado” del mundo. Más que eso, los movimientos campesinos han sido destruidos (ver el caso de ELAS en Grecia) por comunistas que consideraban sólo a la fábrica de trabajadores como un espacio capaz de ser organizado y “verdaderamente revolucionario”. Los marxistas/socialistas también han perdido también visión del inmenso trabajo (doméstico) que ha sido llevado a cabo para producir y reproducir trabajadores industriales. El gran “iceberg” del trabajo en el capitalismo (para usar la metáfora de Maria Mies) fue hecho invisible por la tendencia a mirar la punta del iceberg, el trabajo industrial, mientras el trabajo involucrado en la reproducción de la fuerza de trabajo se perdió de vista, con el resultado de que el movimiento feminista fue considerado como una lucha por fuera de la lucha de clases.
Irónicamente, bajo el régimen del capitalismo industrial y trabajo fabril, fueron los movimientos campesinos de México, China, Cuba, Vietnam, y una gran parte de Rusia los que lograron las revoluciones del siglo XX. En la década de los sesenta también, el ímpetu por el cambio a escala global vino de la lucha anti colonial, incluyendo la lucha contra el apartheid y a favor del poder negro (Black Power) en Estados Unidos. Hoy son los indígenas, el campesinado, los desempleados de México (Chiapas, Oaxaca), Bolivia, Ecuador, Brasil, Venezuela, los granjeros de India, los trabajadores de maquila en el borde de Estados Unidos, los trabajadores inmigrantes de ese mismo país, etc. quienes están conduciendo las luchas más avanzadas contra la extensión global de las relaciones capitalistas.
Queremos ser claros. Sacamos a colación estos puntos no para minimizar la importancia de las luchas en la Fábrica Educativa y las formas en las cuales el internet ha llevado a la creación de nuevos tipos de comunes que son cruciales para nuestra lucha, sino que tememos repetir los mismos errores que últimamente han aislado a quienes trabajan y luchan en estas redes. Desde este punto de vista, pensamos que el movimiento contra la globalización (por todas sus dificultades) fue un avance en su capacidad de articular demandas y formas de activismo que proyectaron la lucha en un sentido global, creando un nuevo tipo de internacionalismo, uno que reúna a programadores, artistas, y otros trabajadores cognitivos a un solo movimiento, cada uno haciendo su contribución distintiva.
De todas formas, para que esta recomposición política sea posible, necesitamos ver continuidad de nuestras luchas a través de la diferencia de nuestros lugares en la división internacional del trabajo, y para articular nuestras demandas y estrategias en razón de estas diferencias y la necesidad de sobreponerse a ellas. Asumiendo que la recomposición de la fuerza de trabajo está ocurriendo ahora mismo, puesto que el trabajo se está homogeneizando -a través de un proceso que algunos han definido como “devenir común del trabajo” - no lo hará. No podemos lanzar la “red cognitiva” tan ampliamente al punto en que cada trabajo se vuelva trabajo cognitivo, nos quedaríamos cortos al hacer ecuaciones sociales arbitrarias y ofuscando nuestro entendimiento de lo que es nuevo en el “Trabajo Cognitivo” en la fase presente del capitalismo.
Es un movimiento arbitrario (por ejemplo) el asimilar, bajo la etiqueta de “cognitivo”, el trabajo doméstico -sea inmigrante o no, sea el o ella esposa/madre/hermana o trabajadora asalariada al trabajo de un programador o de un diseñador y, sobre todo, sugiere que el aspecto cognitivo del trabajo doméstico es algo nuevo debido a la dominación de un nuevo tipo de capitalismo.
Ciertamente, el trabajo doméstico, como cualquier forma de trabajo reproductivo, tiene un fuerte componente cognitivo. Saber cómo ajustar las almohadas bajo el cuerpo de una persona enferma para que su piel no produzca ampollas y los huesos no le duela es una ciencia y un arte que demanda mucha atención, conocimiento y experimentación. Lo mismo es cierto en el caso del cuidado de los niños, y para la mayor parte de los otros aspectos del trabajo doméstico sea quienes sean que lo estén haciendo. Pero es precisamente cuando miramos al vasto universo de prácticas que constituyen al trabajo reproductivo, especialmente cuando lo llevan a cabo en su hogar, que vemos los límites de la aplicación de este trabajo con base digital y en un saber técnico en el cual “descansa el capitalismo cognitivo”. Vemos que el conocimiento necesario para el trabajo reproductivo puede beneficiarse por el uso de internet (asumiendo que existe tiempo y dinero para esto), pero es un tipo de conocimiento que los seres humanos, en su mayoría mujeres, han desarrollado por una gran cantidad de tiempo, en conformidad con, pero también contra, las exigencias de la organización capitalista del trabajo.
Debiésemos agregar que nada se gana al admitir que el trabajo doméstico dentro del nuevo reino del trabajo cognitivo, por redefinirlo como “trabajo afectivo” o, como algunos lo han hecho, “trabajo inmaterial”, o, de nuevo “trabajo de cuidado”. Para un comienzo, debiésemos evitar fórmulas que impliquen una separación entre mente/cuerpo, razón/emoción en cualquier tipo de sus trabajos y productos.
Además, ¿acaso el reemplazando la noción de “trabajo reproductivo”, como lo han usado los movimientos feministas con “trabajo afectivo” nos sirve verdaderamente para asimilar, bajo la etiqueta cognitiva, el trabajo de una trabajadora doméstica (sea inmigrante o no, sea esposa/hermana/madre o trabajadora asalariada) o el trabajo de una trabajadora sexual, al trabajo de un programador o de un diseñador? ¿Qué es lo realmente común en su trabajo, teniendo en cuenta toda la complejidad de las relaciones sociales que sostienen estas formas diferentes de trabajo? ¿Por ejemplo, qué es lo común entre un programador o diseñador o profesor y una trabajadora doméstica que, además de tener un trabajo asalariado, también debe gastar muchas horas haciendo trabajo sin remuneración al hacerse cargo de los miembros de su familia (las mujeres inmigrantes también tienen comúnmente familias de las cuales deben cuidar, en los países que migran o mandando parte de su salario para que cuiden de ellos en sus países de origen)?
Lo más crucial de todo, si el trabajo involucrado en la reproducción de seres humanos -todavía una inmensa parte del trabajo realizado en una sociedad capitalista- es “cognitivo”, en el sentido en que lo que produce no son cosas sino formas de vida , entonces ¿Qué es lo nuevo del trabajo cognitivo? E, igualmente importante ¿Qué se gana al asimilar estas formas de trabajo -incluso como tendencia- bajo una etiqueta, salvo que algunos tipos de trabajo y las problemáticas políticas que generan de nuevo desaparecen?
¿Acaso no es este el caso de que, al sostener que el trabajo doméstico es “trabajo cognitivo” fallamos, una vez más, en dar con la cuestión de la devaluación de este trabajo en la sociedad capitalista, su estatus de no remunerado, las jerarquías de género que se construyen sobre él, y su relación con el salario? ¿No debiésemos preguntarnos, en cambio, qué tipos de organización se puede llevar a cabo -para que las trabajadoras domésticas y los programadores puedan unirse- más que asumir que todos quedan asimilados en el mare magnum del “Trabajo Cognitivo”?
Tomar el trabajo reproductivo como estándar también sirve a la pregunta por el supuesto predominante de que la cognitivización del trabajo, en el sentido de su informatización/reorganización a través de internet- tiene efecto emancipador.
Una voluminosa literatura feminista ha desafiado a la idea de que la industrialización de muchos aspectos del trabajo doméstico, ha reducido el trabajo doméstico de las mujeres. De hecho, muchos estudios han mostrado que la industrialización ha incrementado el rango de lo que la sociedad consideraba necesario del trabajo doméstico. El mismo caso se da cuando hablamos de la infiltración de la ciencia y la tecnología en el trabajo doméstico, incluyendo la crianza de hijos y el trabajo sexual. Por ejemplo, la ampliación del uso de computadores personales para aquellos trabajadores que pueden pagarlos y tener tiempo para usarlos, puede ayudar a aliviar el aislamiento y la monotonía de las tareas domésticas a través de chats y redes sociales. Pero la creación de comunidades virtuales no alivia el creciente problema de la soledad, ni ayuda en la lucha contra la restricción de los límites comunitarios y la proliferación de mundos cerrados.
Conclusión
En conclusión, nociones como “trabajo cognitivo” y “capitalismo cognitivo” deben ser usadas bajo el entendimiento de que representan una parte, aunque sea una parte avanzada la avanzada, del desarrollo capitalista y que las distintas formas de conocimiento y trabajo cognitivo que existen no pueden ser cubiertas por una sola etiqueta. A falta de eso, se pierde la utilidad misma de tales conceptos para identificar lo que es nuevo en la acumulación capitalista y la lucha contra ella. Lo que también se pierde es el hecho de que, lejos de comunalizar al trabajo , cada nueva vuelta del desarrollo capitalista tiende a profundizar las divisiones del proletariado, y que mientras estas divisiones existan, pueden ser usadas para reorganizar al capital en distintas bases y destruir el terreno sobre el cual han crecido los movimientos sociales.
Se traducirá a lo largo del texto “Fábrica Educativa” del neologismo inglés “Edu-Factory”, término acuñado por un colectivo internacional que se agrupa bajo el mismo nombre y cuyo objetivo es la producción de material crítico centrado en las transformaciones de la universidad, del uso del conocimiento en la sociedad, de sus formas de producción y del conflicto que crea con formas de dominación capitalista. Cerca de 500 personas componen el proyecto que busca ser otro espacio para el activismo político transnacional de izquierdas. Se puede saber más a través de su sitio web www.edu-factory.org.
Comité por la libertad académica en África (Committee for Academic Freedom in Africa) fundado en la década de los ochentas por Federici y Caffentzis, en las luchas universitarias que surgieron en ese continente luego de la implementación del programa de ajuste estructural (SAP, por sus siglas en inglés). Ver Federici, S. Alidou, O. &Caffentzis, G. (Eds.)(2000)A Thousand Flowers: Social Struggles Against Structural Adjustment in African Universities. Trenton, New Jersey. Africa World Press.
Ejército de Liberación del Pueblo Griego, movimiento militar de izquierda durante el periodo de resistencia a la guerra civil griega (1944-1949).
traducción para el texto original “becoming common of labor”, no confundir la expresión inglesa labor que remite a la naturaleza y necesidad de trabajo, con work, que remite a la artificialidad y al trabajo como actividad
traducción para el texto original “states of being”, que hace referencia a la condición física general de una persona, a diferencia de la condición mental (“states of mind”).
traducción para el texto original “communalizing labor”, se prefiere el uso literal “’comunalizar’ el trabajo” que la separación del verbo y adjetivo “hacer común al trabajo”, pues el primero tiene una carga social que se da a entender por contexto, esto es, tomar propiedad en la propiedad comunal. Término ampliamente usado en los movimientos académicos de Latinoamérica.