Trazando mapas para territorios nuevos

Carlos Basualdo Gómez
Magíster en Comunicación, Universidad de Playa Ancha  
carlosbasualdogomez@gmail.com

La aparición de la filtración de informaciones que da origen al fenómeno Wikileaks, la organización que desde el año 2007 dirige Julian Assange, y que se ha visto revalorizada a partir de las filtraciones masivas por parte de Bradley Manning (ahora Chelsea Manning), representa un fenómeno nuevo en el contexto de un mundo altamente globalizado: por primera vez, las sospechas que los ciudadanos de a pie han tenido siempre en torno a sus gobernantes podían ser comprobadas irrefutablemente. Y también, tanto por su volumen como por su escala global, resultaba ser la mayor de las filtraciones de documentos reservados de la historia moderna.

Las preguntas que este nuevo escenario plantea son múltiples: tanto de carácter teórico desde las ciencias de la comunicación, como desde la política, como desde la práctica periodística, o las cuestiones vinculadas a la posibilidad de leer y clasificar el fárrago casi interminable de cables, en los que se mezclan lo relevante y lo accesorio, más allá de la capacidad individual de cualquier persona para abarcar todo el material disponible. Y también preguntas referidas al futuro inmediato de las democracias contemporáneas y la capacidad de los gobernados de cuestionar a sus gobernantes. Plantea preguntas sobre el carácter real de nuestros gobiernos, tanto en la esfera de la acción como en la esfera de la ética que se esconde detrás de la acción. Así también, se plantean interrogantes sobre la narrativa utilizada por la prensa y por los propios activistas responsables de la entrega y difusión de los cables. Y, por último, pueden realizarse cuestionamientos vinculados a la posible transformación del campo de los estudios comunicacionales.

Sobre todos estos temas reflexiona el libro Vigilados, Wikileaks o las nuevas fronteras de la información, que se enmarca en el proyecto de I+D  “El fenómeno Wikileaks en España: un análisis semiótico y mediológico”, y es realizado por el GESC (Grupo de Estudios de Semiótica de la Cultura), como un intento de reflexionar sobre el fenómeno, abordándolo desde una variedad de perspectivas –trece documentos de carácter reflexivo, una entrevista y un anexo que es la transcripción del documento Collateral Murder. De este modo, el trabajo desarrollado supone un análisis exploratorio sobre un campo que no solamente no ha sido recorrido, sino que antes sencillamente no existía.

Si intentamos diseccionar el amplio abanico de temáticas planteadas por el presente volumen, quizá las primeras que atraerán nuestra atención serán las vinculadas al ejercicio del poder y la ciudadanía. Aunque en todas las épocas han existido sospechas relacionadas con la verdadera naturaleza de los actos y las motivaciones de las acciones que los gobernantesrealizan de manera pública invocando razones como el bien común, pocas veces había sido posible demostrar la veracidad de esas sospechas; de este modo, se crea un escenario en el que los dispositivos de monitoreo y observación están, por primera vez, al alcance también de los ciudadanos, y los gobiernos pueden ser observados.

A partir de aquí, hay visiones que hablan de una mayor democratización, que traería una transformación en la división del poder en la sociedad. No obstante, en diversos momentos los autores previenen contra tal optimismo: nos muestran que los principales centros de poder, con Washington a la cabeza, dispusieron de una serie de argumentos legitimadores, vinculados a la Razón de Estado para mantener en secreto lo que es secreto (en una curiosa inversión de los valores democráticos: se declara que la ética y la política van por carriles separados, y que la mantención de los beneficios obtenidos es de mayor importancia que la entrega de información a la ciudadanía). Por lo tanto, un personaje que hubiera podido (y lo fue) ser narrado como una suerte de Robin Hood contemporáneo, un hombre que falta a la ley porque la ley falta a los hombres, es en cambio narrado desde los gobiernos como un terrorista, como un peligro para la estabilidad de las naciones, que debe ser hallado y encarcelado; con gran cobertura y repercusión pública, además.

Sin embargo, también aparecen como relevantes las cuestiones relacionadas con el campo mediático global: ¿a partir de qué elementos puede explicarse la contradictoria relación de la organización de Julian Assange con los grandes medios? Aparece entonces durante el análisis recogido en el volumen la paradoja de que tanto la existencia misma de Wikileaks como toda su producción y discurso implican una crítica a los grandes medios, y en especial a la escasez de periodismo de investigación, así como a su insuficiente capacidad de oponerse al poder y de cuestionar las acciones de los gobernantes. Sin embargo, cuando Wikileaks decide ofrecer al gran público las filtraciones entregadas por Edward Snowden, opta por generar un pacto con cinco medios de reconocido prestigio y de alcance mundial, que representan a su vez cinco de los más importantes idiomas de Occidente. De este modo, la organización acude al conocimiento periodístico, prestigio y capacidad de llegar a muchas personas de algunos grandes medios, los que obtienen a su vez el prestigio de aparecer ligados a la gran tradición del periodismo investigativo: una filtración de información que revela oscuros secretos de los gobiernos. Aunque la investigación no haya sido hecha por ellos, al colaborar en su difusión los periódicos se adhieren a parte de la gloria.

Y esta relación resulta clave cuando nos enfrentamos al hecho de que el volumen de información contenida en los cables. De este modo, y aunque Wikileaks presenta la información total, descargable a través de su sitio web, los medios tradicionales terminan convirtiéndose en los órganos que decidieron qué información iba a llegar al gran público, y también decidieron qué forma le darían al relato en el que se inscribe la historia que están contando. Por lo tanto, Wikileaks no consigue generar ningún efecto social sino pagando el precio de legitimar y fortalecer a los mismos medios que critica, y que son también sospechosos de no ser capaces de investigar ni de –mucho menos- oponerse a los poderosos, según se nos refiere en los artículos.

Y, como última línea de reflexión principal, podemos distingur la discusión sobre la transparencia. Se propone durante el texto generar un cuadrado semiótico que defina la transparencia en una tensa relación con el secreto, términos que pueden parecer antonímicos pero entre los que se disimula una zona gris, donde hay cosas que son secretas gracias a su misma transparencia (como el caso del cuento de Poe La carta robada, o 250.000 cables de Wikileaks que resultan ilegibles por su cantidad: la transparencia se vuelve parte del secreto), así como podrían existir cosas no transparentes, pero tampoco secretas.

En resumen, se trata de un documento valioso, que nos ofrece una variedad significativa de visiones y autores sobre un fenómeno relevante, y sobre el que se ha escrito mucho en el último tiempo. De este modo, si bien las conclusiones del trabajo no pueden considerarse definitivas, y somos conscientes de que la propia actualidad del fenómeno permitirá reflexiones más reposadas y de mayor alcance y elaboración, Vigilados nos permite acceder a una amplia gama de trabajos reflexivos, que esquivan  las conclusiones facilistas (tanto aquellas demasiado optimistas como aquellas que, al contrario, niegan el valor de Wikileaks a favor del derecho de los gobiernos a actuar en las sombras, se supone que para beneficio de todos).

Sin embargo, hay todavía una última línea de reflexión que abre inquietantes preguntas: los intentos posteriores de la organización Wikileaks, liderada por Julian Assange, para posicionarse como una voz relevante ante la ciudadanía. Assange ha intentado, a través de una serie de entrevistas transmitidas a través de un canal público de noticias, y de la generación de diversas redes y acercamientos a otros líderes y grupos que se rebelan ante gobiernos o instituciones alineadas con los grandes centros de poder mundial. Sin embargo, ¿Cuánto y de qué manera Wikileaks ha conseguido impactar en la opinión pública?, ¿está Wikileaks consiguiendo la atención y reacciones que merecen las graves filtraciones que nos ha presentado? Y en un mundo en el que las soberanías nacionales se ven crecientemente afectadas por instancias de poder supranacional, tanto políticas como pertenecientes a grupos empresariales, ¿qué puede hacer la ciudadanía con la información entregada a través de Wikileaks?, ¿es lo adecuado reclamar a sus respectivos gobiernos? Vigilados nos recuerda que estamos ante un mundo nuevo, y no manejamos las reglas que lo gobiernan.