La investigación en torno a la acción colectiva de protesta:
Aproximaciones desde la sociología histórica
The studies of collective action and social movement.
An approach from the historical sociology
Dr. Alberto Javier Mayorga Rojel
alberto.mayorga@ufrontera.cl
Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades
Universidad de La Frontera, Chile
Ricardo Rivas Rivas
ricardorivas@email.arizona.edu
Ph.D. Student
School of Sociology
University of Arizona, Estados Unidos
Dra. Sandra López Dietz
sandra.lopez@ufrontera.cl
Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades
Universidad de La Frontera, Chile
Recibido: 30 de agosto
Aceptado: 01 de diciembre
Palabras Claves • Sociología histórica / Acción colectiva de protesta / Ciencias sociales.
Key Words • Historical sociology / Collective action of protest / Social sciences.
Introducción
En la actualidad podemos evidenciar que las ciencias sociales se han transformado en el escenario propicio para el desarrollo de un diálogo interdisciplinar (Wallerstein, 1996; Abbott, 1991), aunque muchas veces también se han forjado conflictos entre diversas posiciones epistemológicas, teóricas y metodológicas (Steinmetz, 1998), no obstante en esta oportunidad nos interesa relevar a la sociología histórica que se entiende como una corriente (Ramos, 1993 y Saavedra, 1993) o subcampo (Bhambra, 2010; Calhoun, 1998) donde se busca identificar nuevos caminos de trabajo colaborativo a partir de los planteamientos epistemológicos, teórico-conceptual y metodológicos que son formulados desde las diversas corrientes y escuelas de pensamiento adscritas a las ciencias sociales. Ahora bien, aunque quisiéramos referirnos a los diversos cruces disciplinares que se evidencian en el desarrollo de las ciencias sociales, lo que –inevitablemente- nos obligaría a plantear un tipo de cartografía posible de dicha actualidad interdisciplinar, más bien nuestra intención en términos generales es presentar algunos aspectos teórico-conceptuales formulados por la sociología histórica y describir el aporte de esta corriente (Ramos, 1993 y Saavedra, 1993) o subcampo (Bhambra, 2010; Calhoun, 1998) en el estudio de la acción colectiva de protesta.
Así entonces, en esta oportunidad queremos comenzar por establecer la necesidad de aportar al debate actual en ciencias sociales pero focalizados en lo que respecta a la relevancia interdisciplinaria de la sociología histórica entendida como una corriente que fortalece el desarrollo de trabajos de investigación centrados en el ámbito de los estudios de las acciones colectivas de protesta en América Latina. Por tal motivo, nuestro trabajo se propone, por una parte, presentar algunos aspectos teórico-conceptuales pertinentes sobre el enfoque teórico-metodológico de la sociología histórica con la finalidad de promover una comprensión apropiada de este espacio común de consenso entre la sociología y la historia. Y, por otra, desarrollar una descripción en torno al desarrollo del método narrativo, analítico y comparado en un trabajo de investigación que centra su interés en el estudio de la acción colectiva de protesta en Argentina.
El trabajo de investigación seleccionado para desarrollar este ejercicio analítico forma parte de un corpus más amplio de investigaciones en torno al tema de los estudios sobre acción colectiva de protesta en América Latina que los autores del trabajo han reunido con la finalidad de avanzar en una investigación de mayor aliento sobre la sociología histórica y la importancia de sus planteamientos en los estudios sobre la acción colectiva de protesta y los movimientos sociales.
Al considerar los objetivos declarados en la introducción del presente trabajo, nos planteamos la necesidad de identificar y describir aquellos fundamentos teórico-conceptuales que dan sentido a esta corriente de la sociología histórica (Juliá, 1989; Ramós Torre, 1993; Tilly, 1981; Skocpol, 1984; Calhoun, 1998; Mandalios, 2000; Subrt, 2012) y, a su vez, establecer -aunque de manera acotada- algunas precisiones respecto a la dinámica teórico-metodológica desde una perspectiva interdisciplinaria asentada en propuestas contemporáneas ligadas al campo de la sociología histórica. Por tanto, no es menos importante definir que las propuestas que nos permitirán comprender de qué trata y cuáles son los fundamentos de la sociología histórica, se sustentan en las reflexiones y propuestas teóricas trabajadas por varios autores contemporáneos: Charles Tilly, Ramón Ramos Torres, Craig Calhoun, Yves Déloye, Giovanni Levi, John Mandalios y Theda Skocpol, entre otros.
Conforme a esta breve presentación quisiéramos comenzar por identificar una primera aproximación teórica para entender la sociología histórica, tomando como base lo planteado por Ramón Ramos Torre (1993: 10) al considerar una de las tendencias que existe al interior de esta corriente y que es liderada por Philip Abrams, autor de la influyente obra Historical Sociology:
“[…] Es lógico que los que han seguido la estela de Abrams hayan llegado a la conclusión de que la sociología histórica no se puede definir por su interés en el estudio de los procesos históricos pertenecientes al pasado. [Por consiguiente] la identidad de la sociología histórica no se define, pues, por su objeto (el pasado histórico), sino por innovaciones radicales en el campo teórico y metodológico: concebir las realidades sociales como acontecimientos y procesos temporales y hacerlas comprensibles por medio de narraciones ”(Ramos Torre, 1993: 10).
Sin embargo, desde la propuesta de Ramón Ramos Torre (1993) se establece con claridad que producto de la búsqueda de consensos en el marco del divorcio entre sociología e historia, la corriente de la sociología histórica presenta en su interior dos maneras distintas -aunque desde nuestra perspectiva con un carácter complementario a su vez- de plantear la delimitación de este enfoque. Así entonces, tenemos una posición más radical que asume una mirada desbordante acerca del estudio del cambio social y desafiante respecto a los límites de la historia. En cambio, la otra propuesta tiende a plantearse límites en lo que a estos dos sentidos mencionados corresponde.
Por su parte, siguiendo con las tendencias que se manifiestan al interior de esta corriente, tenemos por ejemplo los trabajos de Theda Skocpol y Charles Tilly, entre otros, los cuales desarrollan una sociología histórica que se identifica en palabras de Ramón Ramos Torres:
“[…] con el estudio de los procesos de cambio social a partir de materiales históricos, limitando en estos términos el propio ámbito de indagación. Ciertamente se enfatiza la temporalidad, la procesualidad, la relevancia de la agency en su universo característico de estudios, pero sin que eso dé pie a una refundación general de la sociología, sino más bien una reorientación de los estudios sobre el cambio social” (Ramos Torre, 1993: 10).
Respecto de lo anterior, quizás sea interesante rescatar la propuesta de Theda Skocpol (1984) sobre las características que deben presentar los estudios adscritos a esta corriente:
“Most basically, they ask questions about social structures or processes understood to be concretely situated in time and space. Second, they address processes over time, and take temporal sequences seriously in accounting for outcomes. Third, most historical analyses attend to the interplay of meaningful actions and structural contexts, in order to make sense of the unfolding of unintended as well as intended outcomes in individual lives and social transformations. Finally, historical sociological studies highlight the particular and varying features of specific kinds of social structures and patterns of change” (Skocpol, 1984: 1).
Ahora bien, resulta interesante evidenciar que la sociología histórica presenta en la actualidad un estado de avance promisorio en lo que respecta a la ampliación del espectro temático (Calhoun, 1998; Subrt, 2012), no obstante lo anterior no limita la búsqueda para abrir el ámbito de indagación que durante sus inicios presentó ciertas limitaciones por la condición de conflicto que presentaba su plataforma disciplinaria, es decir el quiebre entre sociología e historia (Subrt, 2012) evidenciaba la esterilidad de los estudios interdisciplinarios en las ciencias sociales.
Sin embargo, este divorcio entre la sociología y la historia ha sabido ser superado por los/las autores/as más representativos/as de este enfoque en la medida que se logra asumir de forma consciente que ambas disciplinas fortalecen el trabajo analítico de largos procesos sociales y transformaciones estructurales en el seno de sociedades industriales (Mandalios, 2000). Incluso, Craig Calhoun (1998) destaca en su artículo Explanation in Historical Sociology: Narrative, General Theory, and Historically Specific Theory publicado en la American Journal of Sociology los argumentos que esgrimen Theda Skocpol y Charles Tilly, entre otros, a favor de la sociología histórica como una corriente que aporta de forma rigurosa al trabajo sociológico. En palabras de Calhoun (1998: 849):
“Rather than emphasizing sociology’s substantive need for history—the need for social theory to be intrinsically historical—Skocpol, Tilly, and others argued that historical sociology should be accepted because it was or could be comparably rigorous to other forms of empirical sociology. Moreover, it was the only way to fill certain important gaps in empirical knowledge—for example, of rare events or phenomena that only happen over a long time span” .
En cierto sentido, el interés común que se ha evidenciado en la sociología histórica es superar ciertos planteamientos antagonistas que se articulan particularmente desde posiciones, como es el caso de John H. Goldthorpe (1991), que defienden la diferencia respecto de las orientaciones que dan sentido tanto a la investigación sociológica como en el caso de la investigación histórica, lo cual desvirtúa el trabajo interdisciplinario de la sociología histórica en la medida que esta corriente busca la cristalización de un consenso general en torno a la importancia de la investigación que se desarrolle sobre la base de los métodos narrativos, analíticos y comparados (Subrt, 2012).
Asimismo, podemos evidenciar como desde la perspectiva de Charles Wright Mills en el marco de su obra La Imaginación Sociológica, existe una relevancia de los estudios comparativos en el campo de las ciencias sociales en general y en la sociología e historia en particular, puesto que este tipo de estudios nutren el proceso de comprensión acerca de los hechos sociales en la actualidad. Por lo mismo, Wright Mills (1961) advertía de la importancia que reviste este tipo de estudios comparados en el desarrollo de la investigación sociológica:
“No podemos comprender ni explicar las fases por las que ha pasado toda nación occidental moderna, ni la forma que asume hoy día, únicamente en relación con su propia historia nacional. No quiero decir simplemente que en su realidad histórica ha tenido influencias recíprocas con el desarrollo de otras sociedades; quiero decir también que el intelecto no puede ni siquiera formular los problemas históricos y sociológicos de esa estructura social sin interpretarlos en contraste y en comparación con otras sociedades […] Sólo mediante estudios comparativos podemos llegar a conocer la ausencia de ciertas fases históricas en una sociedad, la cual es muchas veces absolutamente esencial para comprender su forma contemporánea” (Wright Mills, 1961: 164).
A lo anterior debemos agregar que existen algunos investigadores que han colaborado con este debate y con el intercambio de ideas y temas alusivos al desarrollo de la sociología histórica y su importancia en los procesos de investigación empírica en ciencias sociales. En este sentido, Arthur Stinchcombe y su obra Theoretical Methods in Social History, Charles Tilly y su obra As Sociology Meets History and Philip Abrams y su obra Historical Sociology, son algunos de los trabajos que debemos relevar como aportes a la discussion en torno a la importancia de esta corriente. Asimismo, lo destaca Theda Skocpol cuando dice que: “all help to define what is distinctive about historically oriented sociological research and open for debate a whole range of issues about the use of theory, evidence, and analytic devices, including comparisons” (Skocpol, 1984: X).
Incluso, John Mandalios (2000), por una parte, declara que la sociología histórica transgrede ciertos límites epistemológicos, teóricos y metodológicos que las disciplinas en ciencias sociales por largo tiempo resguardaron con el fin de evitar lo que hoy conocemos como interdiciplinariedad o multidisciplinariedad; y por otra, establece con claridad los desafíos que debieron enfrentar los investigadores en ciencias sociales durante el periodo de postguerra.
“Like social theory and cultural studies today, historical sociology has transgressed the sacrosanct borders set up and maintained by mainstream historians, sociologist, anthropologists and philosophers. This transgression took place largely because postwar observers could no longer theorize comprehensively either the main sources of change or institutions of modernity without plunging into theories of social development and discontinuity” (Mandalios, 2000: 390) .
Siguiendo con la línea argumental hasta aquí presentada, cabe la posibilidad de pensar que la sociología histórica motiva y demanda a los investigadores contemporáneos que se adhieren a sus lineamientos de base teórico-metodológicos a realizar un trabajo analítico concreto, histórico y comparado de los procesos sociales y transformaciones estructurales. Así entonces, en palabras de Charles Tilly (citado en Ramos Torre, 1993: 11):
“[En la sociología histórica] los análisis deberían ser concretos a la hora de referirse a tiempos, lugares y personas reales. Deberían ser históricos para así limitar su alcance a una época definida por el acaecimiento de ciertos procesos claramente definidos, y reconocer desde el comienzo la importancia del tiempo –el cuándo pasan las cosas dentro de una secuencia afecta el cómo ocurren, que toda estructura o proceso constituye una serie de posibilidades de elección”.
En este mismo sentido, Theda Skocpol (1983) propone que los investigadores, en particular los sociólogos que poseen una orientación histórica, logren evidenciar, por una parte, ciertos intereses en común y, por otra, la imposibilidad de identificar en el mundo una serie de secuencias históricas estandarizadas con el objeto de potenciar una orientación histórica real en sus análisis sociales.
“Along with temporal processes and context, social and cultural differences are intrinsically of interest to historically oriented sociologists. For them, the world´s past is not seen as a unified developmental story or as a set of standardized sequences. Instead, it is understood that groups or organizations have chosen, or stumbled into, varying paths in the past. Earlier choices, in turn, both limit and open up alternative possibilities for futher change, leading toward no predetermined end” (Skocpol, 1983: 1-2).
No obstante, vale la pena advertir que dentro de este contexto descriptivo y reflexivo, sería apropiado pensar que este enfoque interdisciplinario se preocupa de analizar desde la óptica sociológica aquellas historias que se organizan a modo de unidades de análisis. Sin embargo, en el marco de los procesos narrativos, analíticos y comparados de los objetos de estudio, no podemos olvidar u obviar la fuerza que posee el contexto histórico sobre los hechos analizados, es decir, la historicidad de los hechos corresponde a un elemento central dentro de la dinámica de esta corriente de las ciencias sociales.
Al respecto, la propuesta de Charles Wright Mills (1961) es relevante en la medida que establece lo siguiente:
“Sin el uso de la historia y sin un sentido histórico de las materias psicológicas, el investigador social no puede enunciar adecuadamente los tipos de problemas que deben ser ahora los puntos de orientación de sus estudios. [Por consiguiente] ese alejamiento de la historia hace imposible –y elijo la palabra con cuidado- comprender con precisión la mayor parte de los rasgos contemporáneos de esta sociedad único, que es una estructura histórica que no podemos esperar entender a menos que nos guiemos por el principio sociológico de la especificidad histórica” (Wright Mills, 1961: 157 y 170).
En términos generales entonces, la sociología histórica tiene un acervo fundamental producto de la lógica interdisciplinar (Mandalios, 2000) que la empodera en un nivel teórico-metodológicamente sustancial y que corresponde a los presupuestos históricos que se manifiestan en la labor sociológica y viceversa. Por tanto, para Ramón Ramos Torre (1993: 8) la sociología histórica:
“[…] se ha convertido en una corriente de estudios transhistóricos, transdisciplinares y multiparadigmáticos. Transhistóricos porque, lejos de limitarse al estudio de una época o de un proceso paradigmático de cambio han ido expandiéndose hacia la tematización del entero ámbito de la historia. Transdisciplinares porque, sin siquiera limitarse al estudio del cambio social, abordan universos temáticos de las más diversas especialidades sociológicas. Multiparadigmáticos, porque en el empeño coexisten estudiosos de muy distintas orientaciones teóricas: marxistas de distintas variantes (Wallerstein, Anderson) weberianos más (Bendix) o menos (Mann) ortodoxos, funcionalistas parsonianos (Smelser) y toda suerte de híbridos entre las tres matrices teóricas fundamentales”.
Incluso, desde nuestra perspectiva podemos arriesgarnos a identificar que uno de los presupuestos históricos fundamentales para el estudio de la acción colectiva de protesta desde la corriente de la sociología histórica, proviene del enfoque de la Microhistoria y que, por cierto, Giovanni Levi (2003) destaca de manera pertinente en el libro Formas de Hacer Historia.
“En este tipo de estudios, el historiador [o el sociólogo] no se interesa sólo por la interpretación de las opiniones, sino, más bien, por la definición de las ambigüedades del mundo simbólico, la pluralidad de interpretaciones posibles del mismo y la lucha entablada por los recursos tanto simbólicos como materiales” (Levi, 2003: 121).
Por tanto, lo anterior se enlaza con lo postulado por Yves Déloye (2004), quien además se apoya en lo expuesto por P. Steiner cuando evoca uno de los objetivos mayores de la sociología histórica:
“[…] apreciar la persistencia del pasado, evaluar la influencia (sobre la acción presente) de las acciones y configuraciones sociales pasadas. Porque el pasado de las relaciones sociales y sus subproductos –materiales, ideológicos y otros- constriñen el presente de las relaciones sociales” (Déloye, 2004: 27).
Inclusive, vale la pena seguir a Yves Déloye (2004) cuando destaca que:
“Una primera estrategia presente en los trabajos norteamericanos de sociología histórica comparada, privilegia una perspectiva explicativa: el recurso a la historia permite comparar trayectorias colectivas y establecer similitudes a las que buscará explicación” (Déloye, 2004: 28).
En definitiva, frente a este breve escenario conceptual y referencial articulado sobre la base de algunos planteamientos adscritos a las propuestas teórico-metodológicas de aquellos/as representantes de la sociología histórica contemporánea, quisiéramos, apoyados en las palabras de Jean Leca (1992), concluir este apartado con la siguiente reflexión:
“Si tuviera que presentar aquí una conclusión provisional, diría que la sociología histórica, en su proyecto inicial, sigue siendo imprescindible no sólo si queremos hacer una ciencia social mejor, sino también si queremos hacer una historia mejor; no se trata de someter ésta a lo que Philip Abrams llamó el «fetichismo ahistórico de la teoría como sabere, sino de proporcionar a los historiadores que han emprendido una labor de narración(es) singular(es) medios de defenderse contra el fetichismo antiteórico de la historia como prueba” (Leca, 1992: 435).
Para comenzar el presente apartado, queremos recordar el objetivo trazado al inicio del presente documento y que se centra en una descripción en torno al desarrollo del método narrativo, analítico y comparado en un trabajo de investigación que corresponde al estudio sobre “Política y protesta social en las provincias argentinas. El caso de Neuquén, Rio Negro y San Juan”. Trabajo de investigación elaborado por la Dra. Orietta Favaro, Mg. Graciela Iuorno y Dr. Horacio Cao, investigadores del Centro de Estudios Históricos de Estado, Política y Cultura, de la Universidad de Comahue en Argentina.
El trabajo de investigación seleccionado para desarrollar este ejercicio analítico forma parte de un corpus más amplio de investigaciones en torno al tema de los estudios sobre acción colectiva de protesta en América Latina que hemos han reunido con la finalidad de avanzar en una investigación de mayor aliento sobre la sociología histórica y la importancia de sus planteamientos en los estudios sobre la acción colectiva de protesta y los movimientos sociales.
Pues bien, para dar cumplimiento con lo mencionado, establecemos la existencia de dos dimensiones problemáticas que se deben imbricar en el marco de un trabajo de investigación adscrito a la corriente de la sociología histórica: 1) la dimensión textual y 2) la dimensión metodológica.
Sin embargo, estas dos dimensiones poseen una relación directa con los métodos que se pueden detectar en una obra construida en el campo de la sociología histórica, dichos métodos son los siguientes: 1) método narrativo, 2) método analítico y 3) el método comparativo. Estos métodos se articulan de manera más o menos compleja en cada una de las dimensiones constituyentes de un trabajo de investigación en sociología histórica.
A continuación entregamos una representación visual de lo mencionado:
En conformidad a lo expresado, el trabajo de evaluación crítica de la mencionada obra, se centrará en la observación, identificación y descripción de las articulaciones y formas de integración de cada uno de los métodos en cada dimensión presente en el texto, es decir: “se trata básicamente de tres problemas [narrativo, analítico y comparado] que plantean dificultades en la construcción textual y en la fundamentación metodológica de la sociología histórica. [Por lo tanto] la forma de solucionar su integración en el seno de una obra dotada de unidad genera esas diferencias o variantes que cualquier observador puede detectar” (Ramos Torre, 1993: 13).
Cabe destacar, como punto de partida de la presente evaluación crítica, que el trabajo analizado intenta dar cuenta de forma apropiada acerca de los procesos de cambio social articulados por las acciones colectivas de protesta, acaecidos en tres provincias de Argentina, a saber: Neuquén, Rio Negro y San Juan. En este sentido, se observa un uso pertinente del discurso narrativo/histórico con la intención de relatar de forma sistemática y focalizada los acontecimientos que explican -por una parte- las acciones movimentales de orden civil ocurridas en estas tres provincias y, por otra, establece la temporalidad de estas acciones sociales dentro de una sociedad que durante la última década del siglo XX y principios del siglo XXI se articula sobre la base de una conflictividad permanente en la escena política argentina. Por tal motivo, nos interesa sostener que el discurso narrativo/histórico utilizado en la obra, específicamente en lo que respecta a la descripción del desarrollo económico, político y social de cada una de las provincias, hace comprensible por medio de la narración los acontecimientos y temporalidades que definen la realidad social analizada en este trabajo.
Al respecto cabe aclarar que la lógica narrativa (método narrativo) de los acontecimientos ocurridos en Neuquén, Rio Negro y San Juan, adscritos a una temporalidad, se convierten en la piedra angular del método analítico/sociológico utilizado para identificar el cuándo, describir el cómo y explicar el por qué pasan estos acontecimientos específicos, en un territorio particular, con la participación de actores sociales particulares y en un tiempo social puntual.
Por su parte, la propuesta elaborada por Favaro, Iuorno y Cao, utiliza, en distintos grados, dos variables fundamentales dentro de la lógica interdisciplinaria propia de los estudios en sociología histórica: la comparación y la teorización del material histórico estudiado. Por ende, es posible constatar el uso y disposición del material obtenido de la investigación de estas luchas sociales con el objeto de identificar singularidades mediante la comparación de estas acciones colectivas de protesta en las tres provincias, lo que permite –incluso- determinar características específicas de las respuestas ciudadanas gestadas en los espacios sociales provinciales donde las clases populares, los trabajadores de la administración pública y los sectores medios burgueses se enfrentan al poder central y local, con la intención de promover en el espacio público sus demandas sociales mediante un amplio repertorio de protesta que busca luchar contra la desterritorialización productiva y por la apropiación de la renta estatal. Por tal motivo, resulta preciso subrayar que el método comparado que se ejecuta en la obra, se sustenta producto de una decisión metodológica interesante para el trabajo sociológico histórico y que corresponde al uso de la estrategia del estudio de caso; situación que en esta oportunidad se centra en el estudio de cambios sociales sustanciales, aunque no a gran escala, pero focalizados en tres comunidades argentinas.
En definitiva, si nos apoyamos en lo planteado por Charles Tilly (citado en Ramos Torre, 1993: 12), podemos observar que el trabajo de Favaro, Iuorno y Cao, corresponde a “comparaciones individualizadoras, que tratan de comparar casos específicos de un fenómeno para encontrar sus peculiaridades distintivas”.
Respecto a la teorización del material histórico estudiado, el trabajo de los mencionados autores posee una breve referencia teórica relacionada con el ámbito de los estudios sociológicos acerca de la acción colectiva de protesta. Esta referencia a la teoría de la acción colectiva se utiliza como instancia de definición conceptual y descripción de los marcos de esas acciones colectivas surgidas durante un momento dado. Incluso, nos atrevemos a señalar que esta teorización sucinta aporta lo necesario para identificar las dinámicas centrales de la acción colectiva de protesta en Argentina y comprender que las luchas sociales producidas en estas tres provincias forman parte de las diversas manifestaciones de la conflictividad que logran potenciar una coyuntura en la agenda política provincial y nacional.
Ahora bien, al seguir indagando en el trabajo de los autores argentinos se pudo constatar que la decisión de dar cuenta de un material histórico no tan extenso, se justifica, por una parte, por la intención de aportar al debate acerca de la política y, por otra, con motivo de dar cumplimiento al objetivo central de la propuesta: comparar los casos de las acciones colectivas de protestas desarrolladas en estas instancias subnacionales para – según Favaro, Iuorno y Cao (2006: 94) – “mostrar la diversidad en cuanto a la identidad, la estructura, la demanda, el impacto, etc. que las respuestas de la ciudadanía provoca, reconfigurando la producción y reproducción territorial y simbólica de las unidades de análisis”.
En otras palabras, la decisión de dar cuenta de un material histórico no tan extenso se relaciona con la pretensión de utilizar de manera activa el método comparado, lo que -inevitablemente- se traduce en la intención de no limitarse a la pura narración de los hechos o sustentar el trabajo investigativo en el método analítico puramente sociológico, donde se puede correr el riesgo de imponer un modelo teórico absoluto para explicar un material histórico. Para justificar la opción de los autores del trabajo acerca del método comparado y su relevancia en la configuración de su trabajo, estimo conveniente volver –aunque sea de forma breve- a la reflexión de C. Wright Mills (1961: 160):
“Las comparaciones son necesarias para comprender cuáles pueden ser las condiciones esenciales de lo que estemos tratando de comprender […] debemos observar aquello en que estemos interesados en circunstancias muy diversas. De otro modo, estaremos limitados a una descripción insulsa”.
No obstante, desde una perspectiva aclaratoria propia de la sociología histórica, se evidencia que existe una lógica que articula el trabajo en evaluación en el sentido de destacar que la elección de los casos se sustenta en la facilidad del análisis producto de la nitidez que presentan los casos para identificar ciertos clivajes y relaciones de poder que muchas veces – en especial en momentos de paz social – no son fácilmente reconocibles. En consecuencia, se puede ver que esta decisión acerca de la utilización de un reducido número de casos para la comparación guarda relación con lo propuesto por Ramón Ramos Torre (1993: 14):
“Es también evidente que cuanto mayor sea el número de casos comparados, tanto más tenderá el relato historiográfico a perder riqueza informativa o, dicho de otra manera, tanto más tenderá a hacerse genéricamente sinóptico”.
Ahora bien, podemos estar de acuerdo, a grosso modo, con que el trabajo de Favaro, Iuorno y Cao, presenta una cierta afinidad con lo planteado por Theda Skocpol en relación a la importancia de la comparación y, producto de lo anterior, cierto grado de subordinación del método analítico y narrativo. En tal caso:
“Desconfiando de las construcciones teóricas de largo alcance y pretendiendo utilizar la evidencia empírica para poner a prueba las distintas hipótesis disponibles sobre un determinado campo (el Estado, las revoluciones), se confía en los resultados arrojados por el método comparado como base para generalizaciones inductivas de alcance histórico limitado” (Skocpol, citado en Ramos Torre, 1993: 18-19).
Finalmente, quisiéramos concluir de forma precisa que la evaluación del trabajo de investigación que lleva por título “Política y protesta social en las provincias argentinas. El caso de Neuquén, Rio Negro y San Juan”, y que ha sido desarrollado por la Dra. Orietta Favaro, Mg. Graciela Iuorno y Dr. Horacio Cao, nos ha permitido identificar que los métodos narrativo, analítico y comparativo, que corresponden a los prerrequisitos de una obra elaborada en el campo de la sociología histórica, se encuentran integrados, sólo que en grados distintos y según una secuencia, tanto a la estructura del texto como en su aspecto metodológico, lo que no implica que aquellos métodos subordinados estén presentes en la obra como meros adornos sin cumplir una función activa en el proceso de explicación y comprensión del objeto de estudio abordado, por el contrario cada método es utilizado de manera y en grados distintos por los autores según sus lineamientos de trabajo y los objetivos de la investigación propuesta.
Referencias Bibliográficas
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En virtud de la relevancia que adquiere la discusión teórica acerca de lo narrativo en la historia primero y, posteriormente, en la sociología histórica, se recomienda la lectura de Historia y Narratividad (1999), y Del Texto a la Acción (2006), ambos títulos corresponden a libros recopilatorios de los ensayos más relevantes de Paul Ricoeur. No obstante, en palabras de Ricoeur (1999: 92): “La historia es un tipo particular de relato (story), y comprender dicha historia consiste en desarrollar y perfeccionar una capacidad o una aptitud previa, la de «seguir un relato (story)»”. [Entonces], “todo lo que una obra histórica tenga de comprensión y de explicación ha de evaluarse desde la perspectiva del relato (narrative) que sustenta su desarrollo y del cual procede”. Aunque no debemos olvidar lo que –a su vez- señaló Ricoeur (2006: 164) respecto a la Teoría de la Historia: “Por una parte, en efecto, la historia se propone captar acontecimientos que tienen un adentro y un afuera –un afuera como suceden en el mundo, un adentro porque expresan pensamientos-, en el sentido más amplio del término; la acción es entonces la unidad de ese adentro y de ese afuera, por otra parte, la historia consiste en reactivar, es decir, en repensar el pensamiento pasado en el pensamiento presente del historiador”.
[Trad. Prop.] Esencialmente, interrogan respecto a estructuras sociales o procesos sumiéndolos como situados en el tiempo y en el espacio. Segundo, ellos tratan de resolver procesos a través del tiempo y consideran seriamente dar cuenta de consecuencias. Tercero, la mayoría de los análisis históricos se preocupan de la interacción entre las acciones significativas y las estructuras de contexto, para dar sentido al despliegue de acciones intencionales y no intencionales tanto de las vidas individuales como de las transformaciones sociales. Finalmente los estudios sociológicos históricos destacan las características particulares y cambiantes tanto de específicos tipos de estructuras sociales como de patrones de cambio”.
Según Roide Orlando Alfaro Velázquez (2009: s/n): “La sociología histórica encuentra sus antecedentes en la década del 50 y el 60, con la aparición de un conjunto de obras en el ámbito cultural, que atacaban directamente el parsonianismo presente en el seno intelectual norteamericano. Surge el término en los 60 con Barrington Moore y sus estudios históricos comparados de las transformaciones macroestructurales. Sin embargo, su reconocimiento (de la sociología histórica) no llega hasta finales de los 70, con la producción de los que hasta hoy han marcado su progresivo ascenso: Charles Tilly, Inmanuel Wallerstein, Perry Anderson y Theda Skocpol”.
[Trad. Prop.] En vez de enfatizar la substantiva necesidad de historia por parte de la sociología —la necesidad de teoría social para ser inherentemente histórica— Skocpol, Tilly, y otros defienden la idea de que la sociología histórica debería ser aceptada porque fue o aún podría ser comparable con otras formas de sociología empírica. Más aun, era la única forma de cubrir importantes brechas de conocimiento empírico —por ejemplo, inusuales eventos o fenómenos que solo pueden ser observados durante un largo periodo de tiempo”.
[Trad. Prop.] Tal como la teoría social y los estudios culturales lo hacen hoy, la sociología histórica ha transgredido los sacrosantos límites establecidos y mantenidos por historiadores, sociólogos, antropólogos y filósofos convencionales. Esta transgresión fue extensa, ya que los analistas de la post-guerra no pudieron más teorizar comprensivamente tanto las principales fuentes de cambio como las instituciones de la modernidad sin sumergirse en teorías de desarrollo y discontinuidad social.
[Trad. Prop.] Junto con los procesos temporales y de contexto, las diferencias sociales y culturales son inherentes al interés de los sociólogos orientados por la historia. Para ellos, el pasado del mundo no es visto como el desarrollo de un relato o un conjunto de secuencias estandarizadas. Por el contrario, es entendido que grupos y organizaciones han escogido o se han visto envueltos en variantes derroteros en el pasado. Elecciones previas en cambio, tanto limitan como abren alternativas para cambios más profundos que llevan a un final no pre determinado.
Para John Mandalios (2000) la lógica interdisciplinar fue defendida y desarrollada en el marco de las obras de algunos de los pensadores más relevantes del siglo pasado, como es el caso de Marc Bloch, Fernand Braudel, Immanuel Wallerstein, Michel Foucault, Jurgen Habermas, Norbert Elias, Anthony Giddens, Michael Mann, Roland Robertson and Benjamin Nelson, entre otros.
Como bien lo señala Giovanni Levi (2003: 121): “La microhistoria ocupa, pues, una posición muy específica en la denominada nueva historia. No se trata simplemente de corregir aquellos aspectos de la historiografía académica que al parecer ya no funcionaban. Aún más importante era refutar el relativismo, el irracionalismo y la reducción de la obra del historiador a una actividad puramente retórica que interpreta los textos y los acontecimientos mismos”. Por tal motivo, Giovanni Levi (2003: 135) afirma que: “El enfoque microhistórico aborda el problema de cómo acceder al conocimiento del pasado mediante diversos indicios, signos y síntomas. Es un procedimiento que toma lo particular como punto de partida (particular que es a menudo altamente específico e individual y sería imposible calificar de caso típico) y procede a identificar su significado a la luz de su contexto específico”. En consecuencia, concluye el autor sobre la base de una referencia a Jacques Revel: “La microhistoria ha intentado construir una conceptualización más fluida, una clasificación menos prejuiciada de lo que constituye lo social y lo cultural y un marco de análisis que rechaza las simplificaciones, las hipótesis dualistas, las polarizaciones, las tipologías y la búsqueda de características típicas” (Levi, 2003: 139-140).