Bibliotecología, archivística, documentación:
intradisciplina, interdisciplina o transdisciplina

Rodrigo Espinoza Alarcón
aspirodrigo@gmail.com
Universidad de Playa Ancha

La obra reseñada fue compuesta a partir de un seminario organizado por el cuerpo académico de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y Miguel Ángel Rendón Rojas, coordinador y recopilador de los seis trabajos que resumen, de manera óptima, los objetivos que se trazaron al inicio de la creación y edición de los trabajos propuestos. La línea central del texto toma en cuenta  consideraciones que hacen referencia a tres aspectos disciplinares de las ciencias de la información. Como el título de la obra lo señala: Bibliotecología, archivística y documentación.

En la obra se nos muestra una realidad epistemológica y consideraciones que conciernen  al desarrollo teórico de las tres disciplinas en cuestión. A lo largo del análisis se podrá comprender como primera idea central, el estado paradojal  en la que se encuentran las ciencias de la información. Situación que  no le es ajena a ninguna de las disciplinas de las ciencias sociales y humanas en lo referente a sus criterios de validez. Tanto en la validación de sus metodologías investigativas como también sus cimientos teóricos. La bibliotecología, la archivística y la documentación viven ese constante cuestionamiento a su quehacer científico. No es una realidad nueva este cuestionamiento.

Si se realiza una revisión de estas disciplinas en la historia, se podrá observar como las ciencias sociales y humanas han sido presa de los dardos de criterios positivistas que ponen en tela de juicio los criterios epistemológicos de éstas ciencias en general.

Estas disciplinas comparten momentos de desarrollo y de crisis muy similares. Sus cimientos y puntos de convergencia histórica confluyen a lo largo de su desarrollo. A medida que ha cambiado el soporte de la información, nuestras disciplinas en análisis han tenido que modificar las formas de su quehacer técnico y también renovar sus cimientos epistemológicos. Es lo que toda ciencia debería hacer o hace cuando se descubre algo nuevo o cuando las formas de investigar cambian.

Una de las particularidades que se puede extraer de esta compilación es que estas tres formas disciplinares de tratar la información deben unificar o consolidar ciertos criterios técnicos, epistemológicos e incluso etimológicos. Lo anterior, le ayudaría a sustentarse como ciencia y a dar respuestas contundentes a los cuestionamientos que se  hacen cuando se revisan  sus formas de desarrollo  en la práctica o cuando se cuestiona sus cimientos teóricos.

A lo largo de la obra no tan solo se abordan los aspectos mejor consolidados de estas disciplinas  sino que también se pone al lector al tanto de las debilidades teóricas que puedan manifestar cada una de éstas disciplinas o las ciencias de la información en general. El común denominador, en lo que se refiere a los puntos débiles de estas formas disciplinares, es la falta de argumentos sólidos y unificados que apelen a responder de mejor manera a las interrogantes referidas al criterio de ciencia de estas disciplinas. Se alude, constantemente, al juicio que indica que estas ciencias son más bien formas técnicas de la bibliotecología.

Los juicios señalados sobre la bibliotecología o la archivística y la documentación referidos a que estas disciplinas no son ciencias, surge desde una mirada demasiado positivista. No se puede comparar una ciencia dura con otra que se desarrolla a partir de la actividad del ser humano,

No debemos olvidar que la particularidad de las Ciencias Sociales y Humanas está dada por su objeto/sujeto de estudio: la realidad humana.  Al querer medir, encontrar leyes y verificarlas desde una visión positivista se destruye al sujeto como tal, convirtiéndolo en objeto. El sujeto posee unas variables  tan “extrañas” y difíciles de controlar, medir y experimentar como la imaginación, la voluntad, las intenciones, los deseos, los valores, los sentidos, los imaginarios colectivos o los imaginarios individuales, donde aplicar  un método creado para estudiar objetos resulta precario o incompleto para abordar la subjetividad.(Rendón Rojas, 2011: p. 2).

Al analizar la actividad humana desde las ciencias sociales es muy difícil poder determinar u obtener resultados  exactos, así como también se hace complejo poder predecir situaciones al modo como lo hacen las ciencias duras.

La falta de claridad y de unidad frente al significado de cada una de estas disciplinas crea dificultades al momento de querer explicitar de manera sintética y clara el sentido que tiene cada una de estas formas disciplinarias. Más que criticar la multiplicidad de significados de los términos bibliotecología, archivística y documentación se propone buscar las rutas que muestren una mayor unificación de significados como también consenso entre quienes se dedican al cultivo de cada una de estas formas disciplinares.

Si existen divisiones, a veces, solo retóricas, no se puede enfrentar con éxito a la crítica. Crítica que también muchas veces carece de argumentos que estén a la par con lo que se hace en cada uno de los campos de desarrollo de las ciencias de la información.

No se puede dejar de lado un aspecto contemporáneo que juega en contra a las ciencias humanas y sociales y que es planteado muy claramente cuando se habla de la archivística.

El postmodernismo ha puesto en riesgo las nociones de verdad universal o conocimiento objetivo sobre la base de los principios del racionalismo científico de la Ilustración, de tal forma que el empleo del método científico clásico o de la crítica textual, revela lo ilógico de los textos. Por lo tanto, los documentos no pueden separarse de su pasado, nada es neutral, nada es imparcial, nada es objetivo: todo se presenta de la forma en que pretendieron sus creadores, revelan únicamente las relaciones de poder existentes en la época de que traten los documentos. Así, Jacques LeGoff dice que el documento no es objetivo, ni inocente en materia prima, sino que expresa el control de la sociedad sobre la memoria y sobre el futuro: el documento es lo que queda de las relaciones de poder, es un control de la memoria y por lo tanto de la historia. (Rendón Rojas, 2011: p.60) es sobre este sentido que las ciencias de la documentación deben dirigir su quehacer a una labor social. La información no es solo un dato y un soporte, es un sentir, una realidad o una imposición de una época determinada.

A modo de conclusión, se hace preciso recalcar la importancia que  adquiere el trabajo investigativo de quienes, de una u otra manera, se desempeñan en el campo de las Ciencias de la Información. La importancia radica en que en la medida que se desarrollen trabajos e instancias  que apunten al quehacer tanto técnico como teórico de cada una de estas disciplinas, servirá para  fortalecer un trabajo que se ha desarrollado desde los inicios de nuestra cultura. Si no se valora desde dentro el quehacer de las ciencias sociales y humanas en general, no se podrá surgir y reinventar sus formas de ampliación y desarrollo. Las ciencias documentales o de la información también deben entrar en un diálogo interdisciplinar. Este diálogo debe ser como tal, donde todas las disciplinas participantes tengan una identidad particular, proactiva y con objetivos claros que se puedan sacar en limpio nuevas ideas que ayuden al crecimiento continuo de cada una de las disciplinas.